Brucelinito (1981)
For Your Height Only
Filipinas
82 minutos
Ahhh… los enanos, esos grandes olvidados en la historia del cine que tan grandes momentos nos han regalado y que nadie reivindica como merecen. ¿Dónde están los reportajes dedicados a ellos? Warwick Davies, Verne Troyer (Mini-yo), Phil Fondacaro (el enano de Troll), el de Twin Peaks, el feo de los Calatrava, Turanchoks en La Humanoide, Terror en Tiny Town… y por supuesto, el insólito e irrepetible Weng Weng, malogrado protagonista de la epopeya Jamesbondiana que voy a comentar y que desde hace lustros merecía un espacio en esta web.
Weng Weng era un enano filipino que a comienzos de los 80 se metió en el cine de acción, protagonizando For Your Height Only a.k.a. Brucelinito, una especie de parodia/homenaje/chiste de las pelis de James Bond sin otro propósito que divertir y ofrecer un producto poco serio. Sin embargo, el resultado final está tan repleto de calamidades cinematográficas, que no queda más remedio que destacarlo en Cinecutre.com y descojonarse a mandíbula batiente.
Lo primero que nos llama la atención es el soberbio título español. Y es que los traductores hicieron un trabajo maestro a la hora de trasladar a nuestro idioma el nombre del filme. El prota es enano, medio chino (en realidad es filipino, pero filipinos y chinos son casi lo mismo, ya lo decían Enrique y Ana) y da hostias como panes; pues ya está, Brucelinito. Así, en plena fiebre de Bruce Lee y con su cadáver aún caliente y asolado por miles de clones, no se les ocurrió nada mejor que añadir otro imitador más a la lista. Da igual que las artes marciales no fueran el centro de esta película…
Es que “Jamesbondito” hubiera sido confuso para los espectadores, los escasos guiños a James Bond son demasiado sutiles y poco evidentes. Además, Bruce Lee medía un metro sesenta, si le quitas la camisa a éste son prácticamente idénticos…
ME LLAMO WENG, WENG WENG
Las referencias a James Bond son constantes y clarísimas a lo largo de todo el filme, el cual, en ningún momento, oculta cuál es su fuente de inspiración. De este modo, Weng Weng usa todo tipo de cachivaches supertecnológicos (bueno, eso de supertecnológicos hay que precisarlo), liga con cientos de mujeres, y patea a los malosos al ritmo de melodías directamente robadas de la saga del espía británico, todo ello sin despeinarse y sin morir de vergüenza. Incluso los responsables del filme se permiten el lujo de introducir una canción filipina al estilo Bond, bueno no; más bien es una especie de copla cantada por la versión filipina de Rocío Jurado.
Como es de esperar, acaba ocurriendo lo que suele pasar en este tipo de subproductos totalmente fallidos: cuando el filme quiere hacer reír pocas veces lo consigue y cuando no busca eso, te descojonas de lo lindo (otro ejemplo de esto sería la “comedia” El Dragón Ataca, que adolece del mismo mal).
¿Y qué decir del propio Weng? Qué planta, qué porte, qué estilo… Esa entrañable y grimosa cara de mirada perdida que no parece enterarse de nada; ese impresionante pelazo grasiento que le crece a mitad del cráneo y que parece que se le va a caer en cualquier momento cual peluquín de baratillo, ese constante mutismo con el que trata de ocultar su gangosa y ridícula voz, esos enormes pezones con los que podría amamantar a una manada de elefantes, esos modelitos que indignarían al mismísimo Tony Manero… Ni Sean Connery, oigan.
Con ese mono, parece un piloto de carreras… de carreras de Scalextric.
¿Y cómo es que alguien tan pequeño y aparentemente inofensivo se dedica a la difícil profesión de agente secreto? La respuesta, aunque no lo parezca, es bien sencilla. Su minúscula estatura le permite colarse en prácticamente cualquier sitio sin que le vean y sin hacer ruido.
Igualmente, es esa misma estatura la que le convierte en una poderosa máquina de matar, gracias a que alcanza con sus puños sin apenas dificultad, el punto débil de todo hombre: los cojones. Así, Weng Weng da buena cuenta de todos los cojones que se le pasan por delante.
Varios expertos apuntan a que un grotesco enano pudo ser el causante la baja natalidad en Filipinas a principios de los 80.
Otra de las especialidades de este hombrecillo consiste en ser lanzado fuera de plano por los miembros del equipo de rodaje, lo que le permite dar increíbles saltos de altura y deslizarse por el suelo durante varios metros, truco que repetirá una y otra vez. Y es que los suelos filipinos son los más brillantes y encerados del mundo entero; calidad Tenn 100%.
Además, este enano tocahuevos sacado de un circo (de los horrores) acojona a sus víctimas con su rostro inmutable y no se deja intimidar, en unos terribles interrogatorios en los que amenaza con “indignarse” si no le cuentan lo que quiere saber. Qué acojone, Jack Bauer estaría indignado orgulloso.
“Yo no soy pequeño, es esta casa, que han hecho los muebles demasiado grandes”
Las increíbles habilidades de Weng Weng no tardan en sembrar el terror y en generar todo tipo de especulaciones, hasta el punto de que algunos de sus enemigos, haciendo uso de su increíble sapiencia, se preguntarán si el enano “tiene un pacto con el diablo”, si “será amigo de Lucifer”, o si “practica la magia negra”. No sé cuál de las tres opciones puede ser la más viable, está difícil la cosa (Nota de The Watchful eye: desde luego es un puto engendro de Satán, de eso no hay duda). Al final, a los malos no les quedará más remedio reconocer que lo de Weng Weng “es un misterio muy misterioso”, de esos que le encantan a Iker Jiménez. Si queréis leer más frases gilipollas, no tenéis más que visitar esta recopilación.
¿Y qué sería de una película de espías sin gadgets imposibles? Nuestro querido oompa-loompa no iba a ser menos en ese aspecto y por ello usa todo tipo de artilugios, los cuales son el equivalente a los inventos de Q pero en versión bazar chino. Y como es más chulo que un ocho y más molón que James Bond, usa por lo menos una docena de estas cosas a lo largo de todo el filme, desde un bolígrafo cerbatana, pasando por un anillo detector de venenos e incluso un jetpack.
Pero su mejor arma es su horrendo peluquín… solo de imaginar lo que debe ocultar debajo ya te acojonas.
De entre todos esos inventos destaca el sombrero-cuchilla teledirigido, el cual se puede desplazar por el aire gracias a un estratégico hilo de pescar situado fuera de plano (como los platillos volantes de Plan 9); tecnología de primer nivel.
Pero el rey indiscutible de todos los gadgets son las “gafas despelotadoras”, unas gafas que cuando Weng Weng las usa, provoca que los secundarios se desnuden, en un intento tercermundista de visión de rayos X. Es curioso que sólo vea a través de la ropa de la gente y no funcione con el resto de elementos del entorno; no sabe nada el enano pervertido éste.
Weng Weng acaba de descubrir horrorizado que los pezones de Moneypenny son aún mas grandes que los suyos.
MANILA, PARAÍSO DEL MAL
Nada más comenzar la película, vemos a un señor saliendo del aeropuerto de la capital filipina, a quien recogen en un coche y comenta: “Es mi primera visita a Manila, espero que sea agradable”. Uno o dos segundos después, Y CONTRA TODO PRONÓSTICO, el coche es tiroteado y el feliz visitante secuestrado en plena calle. Joder, qué efectividad la de estos malosos, ni un minuto le han dejado disfrutar de su viaje… Manila, capital del crimen organizado del mundo.
Luego nos enteramos de que el señor secuestrado es el doctor Von Kohler, un famoso científico que ha desarrollado un potente arma que los malos quieren poseer. ¿A que no sabéis quién va a tener que rescatarle?
Pero entonces llega un momento en que la trama nos importa tres pares de cojones y todo nos da igual; Weng Weng va de un lado para otro sembrando misterios muy misteriosos, y lo único que queremos ver es al enano hacer acrobacias, dar patadas en los huevos y ligar con otras tantas jamonas.
Maricarmen y sus muñecos tuvo un éxito arrollador en su gira por Filipinas, y originó imitadoras a cascoporro, incluyendo a ésta que hacía numeros eróticos dándose el lote con su marioneta de Weng Weng… que es el verdadero Weng Weng con la mano de la “ventrílocua” metida en el culo.
En cuanto a los malos, estos son los más malvados que ha conocido la humanidad, son terribles, hasta el punto de que llegan a manifestar que “las fuerzas del bien son nuestro gran enemigo; hay que exterminarlas y definitivamente”. Me cago en la puta, Weng Weng sí que lo va a tener crudo con esta gentuza que se creen que están en un episodio de Comando G.
Viendo las pintas que gastan los miembros de Las Fuerzas del Mal, queda claro que la moda disco pegó fuerte en Filipinas a finales de los 70, causando estragos. Pantalones de campana, camisas de pico desabrochadas, pañuelos y lunares, miles de lunares, componen su vestuario, en lo que parece una gira de Los Chichos en sus años de gloria. Además, todos los secuaces parecen estar a por uvas y son grotescos como ellos solos; es una gozada ir parando la película y estudiar cada plano, mirando los jetos de los actores, a cada cual más ridículo y desecho social que el anterior; lo mejor de cada casa.
sto sí es un programa de reinserción social en condiciones, joder. Aquí a los vagabundos y delincuentes los ponen a recoger basura o a partirse el lomo cargando cajas. En Filipinas, a hacer películas, qué suerte tienen los jodíos…
El jefe de esta pandilla de inadaptados se oculta en una isla llamada… Isla Oculta (etjem) y se hace llamar Gigante. Como es fácil adivinar, no se trata precisamente de un tipo enorme sino de… otro enano, como Weng Weng, aunque más feo y amorfo si cabe. Esto supone una seria amenaza para nuestro pequeño héroe, ya que su estrategia de pegar puñetazos en los huevos no sirve contra alguien de su tamaño y las cosas se complican. Por tanto, el clímax del filme es un duelo entre enanos deformes, que parecen competir por ver quién tiene el pelo más grasiento.
Bueno, realmente ese no es el clímax, porque tras esta pelea acontece un multitudinario e interminable tiroteo donde Weng Weng, con su infatigable metralleta mata a cientos y cientos de sicarios sin parar, muchos más de los que puede albergar la casa del malo, que en realidad son los mismos 3 o 4 extras muriendo una y otra vez de diferentes formas, como si estuvieran atrapados en un bucle espaciotemporal.
Una orgía de balas descomunal que ríete tú de las pelis de Rambo, en la que todos los soldados malos van cayendo como moscas. Son carnaza pura y dura, hasta el punto de que muchos de ellos salen a escena y ya se están tirando al suelo antes de que les disparen; incluso algunos se quedan quietos o hacen absurdos aspavientos esperando recibir un balazo. Imagino que el plan del villano jefe es lanzar a la muerte a todos sus hombres, con la esperanza de agotar todas las balas de Weng Weng.
Una vez el tiroteo ha finalizado, los cadáveres caídos a la piscina sacan la cabeza para respirar emergen terroríficamente… Muy pronto en sus pantallas “La noche de los muertos filipinos vivientes”…
Tras morir toda la población de Filipinas y aledaños, se produce un dramático giro final, en el que la novia de Weng Weng muere asesinada. Nuestro héroe trata de mostrar dolor, pero su cara de muñeco se lo impide, hasta el punto de que parece que se la suda por completo (“ya me ligaré a otra en los próximos 10 segundos”, parece pensar con su horrible jeto). La ridícula situación es rematada por aquel científico que fue secuestrado al principio del filme, quien justifica la muerte de la chica con plena satisfacción, diciendo que “ella murió para que yo pudiese vivir”. Olé.
CHICAS WENG
“Mierda, me llaman del cuartel general ¡Lo siento chicas no hubo suerte, se marcha Torrente Weng Weng!”
James Bond tiene a sus hembras y Brucelinito no iba a ser menos. A pesar de su totalmente desgraciado aspecto físico, el enano coñón liga más que todos los foreros de esta web juntos. Lo consigue gracias a ese potente afrodisíaco conocido como “peligro” y que tanto parece excitar a muchas mujeres. Tomad nota.
Cada vez que sale de su casa o entra en un bar, Weng Weng ya está ligando y rescatando damiselas en peligro. Como esa mujer a la que salva al principio del filme. El enano, que tiene un séptimo sentido para estas cosas, nada más salir de su casa, ve a una chica andando tranquilamente por la calle y ya sospecha que alguien va a intentar matarla, como nos revela el hecho de que se detenga con premeditación delante de un espejo retrovisor de un coche, para descubrir, ¡oh sorpresa! a un francotirador en un balcón, que ni se ha molestado en esconderse lo más mínimo. Ya lo dije antes, estas cosas en Manila son el pan nuestro de cada día.
Weng Weng se dipone a penetrar en su deseosa amante. Sí habeis leído bien, “penetrar EN”…
Una vez salva a Lola, que así se llama la pobre mujer, Weng se la lleva a la terraza de un bar para que le cuente sus miserias y a ver si así pilla cacho. Aquí tiene lugar un diálogo épico, en el que la chica, ante la pregunta “¿por qué querían matarte?” contesta lo siguiente, de una manera desinteresada, como el que habla del estado del tiempo: “Bueno… es desde hace poco, verás, querían que me uniera a su sindicato… un sindicato que se dedica al tráfico de drogas, y dijeron que traficarían con mi cuerpo como prostituta; también secuestran y extorsionan, les dije que a mí no me interesaba… ahora me disparan una o dos veces por semana y un día de estos… hasta nunca Lola”.
Claro que sí Lola, es que eso de ser prostituta como que no interesa mucho, la verdad. Además, debe ser molesto que te disparen una o dos veces por semana. No obstante, a pesar de ese detalle, Lola es todo un ejemplo a seguir, ya que todo se la suda y trata de seguir haciendo su vida. Es por ello que no tiene problemas en tomarse un cafecito con Weng EN UNA TERRAZA DE BAR en medio de la calle y a plena luz del día. Se conoce que esa semana ya le habían disparado las dos veces de rigor y por tanto ya no había peligro.
Ante tal situación, nuestro héroe se indigna y así inicia su cruzada contra el mal gusto en el vestir, ya que él es el único con derecho a vestir más hortera que los demás.
Aparte de la inolvidable Lola, por los brazos de Weng Weng pasan todo tipo de apetitosas, hermosas y solícitas mujeres, que se rinden iremisiblemente a sus encantos.
“Te chupo la polla por 100 dólares y de paso te la cepillo (con mi bigote, con qué si no)”
Asimismo, en sus múltiples escarceos amorosos, el pequeño agente secreto cosechará toda clase de piropos, entre los que destacan “animal sexual” y, el mejor de todos, “eres tan pequeño como una patata”. No se me ocurre una comparación mejor, aunque yo cambiaría lo de pequeño por deforme.
HUMILLACIÓN CINEMATOGRÁFICA
Tras asistir a tan interminable cantidad de situaciones cómico-ridículas a costa de la estatura y lo insólito del protagonista (“eres como una patata”, etc), a uno no le queda más remedio que pensar que esta parodia de James Bond se rodó con un propósito claro: humillar a un enano.
Así, Brucelinito, más que ensalzar a Weng Weng, parece un ejercicio de humillación cinematográfica, donde el objeto del escarnio es este pobre y feo enano, del que primero te ríes pero después te apiadas, por las múltiples vejaciones a las que es sometido. Y al final, la justicia prevalece y no es nuestro héroe quien acaba humillado, sino los propios responsables de la película, debido a su total ineptitud para rodar algo mínimamente decente. Weng weng wins.