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JAPAN WEEKEND 2025. El increíble salón menguante.

por en 5 marzo 2025
 

El parangón entre las artes y las letras, añejo debate que nunca pasa de moda, parece que arrastra siempre esa etiqueta de asunto elevado y cultista que irrita a las élites y menosprecia al hombre de a pie. Nada más lejos de la verdad, porque lo popular, o cultura pop (que estamos entre amigos), sabe hermanar conceptos incluso en la polémica. ¿Pueden el Japan Weekend y el cine cutre, cuya enseña es el Festival Cutrecon, coexistir? Solamente hay una posible respuesta: sí.

No solo lo digo yo. Si nos ponemos místicos, los hados también lo afirman. Antes incluso de franquear las puertas de los pabellones 3 y 4 de IFEMA, que han albergado los días 15 y 16 de febrero este homenaje a la cultura nipona en forma de anime, manga, música e incluso deporte, ya podía verse un curioso cruce de influencias. En un año en el que, una vez más, el sable láser compartía espacio con el bokken de kendo, tampoco faltaban los disfraces hinchables de dinosaurio o una chica vestida como la Amanda de Saw (cepo incluido). Todo ello se mezclaba con cosplayers de títulos cuya popularidad empieza a crecer entre los otakus.

Frieren o Dandadan se unían así a los ya habituales Goku, Naruto, Anya Forger o los hermanos protagonistas de Guardianes de la noche, presentes en los salones desde hace años.

Pero el signo de los signos se encontraba en una de las mesas de la zona comercial, entre los sempiternos funkos, ese agujero negro de productos menos demandados que son las bolsas sorpresa y las camisetas con juegos de palabras más o menos afortunados. Ahí, en un ángulo oscuro, cual arpa de Bécquer, se alzaba una figura casera pero perfectamente identificable de Velocipastor.

¿Un homenaje? Quizás. Lo que sí está claro es que fue uno de los grandes éxitos de la CutreCon en años pasados. Tal vez, por precaución, más de uno debería evitar posar sus ojos sobre ella, especialmente aquellos que siguen heridos por cierta estampita en Nochevieja.

Así, entre elfas de largos cabellos, guerreros legendarios y decenas de parejas atrapadas por el encanto del BL —un género cuyos fans no dejan de crecer—, la Japan Weekend ofrecía un curioso contraste.

Pollos de goma disponibles incluso en gashapon, peluches de erótico aspecto, consolas de bolsillo con juegos protagonizados por karatekas de serie B y obras con argumentos tan delirantes que no solo daban pie a un manga de éxito, sino que bien podrían inspirar una de esas películas perfectas para una sesión golfa de la CutreCon.

Y para muestra, Sukeban Boy, dirigida por Noboru Iguchi —autor de culto con títulos como Dead Sushi o Robogeisha— y basada en una obra de uno de los senseis del género, Go Nagai, padre de Mazinger Z.

Un manga que, al igual que otras series del autor, bien podría recuperar Ooso Cómics, editorial que ya se ha convertido en habitual de la Japan Weekend. Junto a ella, también estaban presentes Kibook Ediciones, Arechi Manga y la incombustible Fandogamia, todas con su propio stand.

Japan Weekend es una buena muestra de todo lo que la cultura japonesa puede ofrecer en su vertiente más lúdica.

La música, un elemento que gana cada vez más peso, estuvo representada con conciertos como el de Hirishui Kitadani, intérprete del opening original de One Piece. La gastronomía también tuvo su espacio, aunque este año se echaron de menos las food trucks, quedando reducida a snacks de coloridos envoltorios. Y, por supuesto, no faltaron el anime y el manga, con la presencia de autores como Kenny Ruiz, creador de Dos Espadas, Team Phoenix y un próximo título de Star Wars.

Ruiz, además de dedicar su obra con maravillosos dibujos, confesó no haber podido asistir nunca a la CutreCon, aunque sí la conocía. Un error que, por suerte, todos podemos cometer… y también subsanar.

Por no faltar, no faltó ni Godzilla, homenajeado en una charla dedicada a los 70 años del kaiju original.

Pero Japan Weekend parece estar sufriendo también los efectos de la reduflación.

Aunque mantiene el área dedicada al trabajo de autores no profesionales —que parece crecer cada año— y la zona para adultos, donde se explora tanto la cara artística del erotismo, con especial protagonismo del shibari, como los juegos de mesa, repletos de mesas para jugar, el resto del evento ha menguado notablemente.

Este año, la feria se ha reducido a un pabellón y medio, dejando el otro medio vacío, cual cruel caricatura del experimento Philadelphia.

En su habitual mercadillo de videojuegos retro, donde es posible encontrar auténticas rarezas niponas, se ha colado una sorpresa que difícilmente será la reina de la popularidad: la zona arcade ha pasado a ser de pago.

Por supuesto, esperamos que esto sea solo un amargo paréntesis.

Japan Weekend y CutreCon son dos citas ineludibles que, aunque distintas, comparten algunos puntos en común.

Externamente, ambos destacan por su gran poder de convocatoria. Internamente, comparten una querencia por el humor absurdo, una de las señas de identidad del manga y un elemento siempre presente en la mente del cutrófilo.

Sin perder de vista que, muy probablemente, el fan de una de estas dos propuestas esté condenado a disfrutar de ambas. Y a amar ese punto en común que es la siempre omnipresente Dragon Ball, cuyos intentos de adaptación fílmica provenientes de Taiwán y Corea pudieron verse en la reciente Gokutón, que remató la todavía reciente CutreCon XIV.

La Japan Weekend sigue mutando, adaptándose, aprendiendo de sus errores y extendiéndose por la península. La sombra de Japón es alargada. Y nos encanta resguardarnos en ella.

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