Total Recall
Estados Unidos
118 minutos
AVISO: Evidentemente, hay spoilers. Pero hablamos del remake de la película más repuesta en televisión después de “Qué bello es vivir”, así que este aviso sobra por completo…
Me siento como un matarife que se dispone a hundirle el cráneo a una res pero descubre estupefacto que la res ya se ha pegado un tiro.
“Desafío Total” es una película que parece que se quiera dar de hostias ella sola. Se limita a sí misma, se autocastra por voluntad propia y no se permite ser una película mínimamente decente porque no le da la gana. En resumen, Len Wiseman HA QUERIDO HACER UNA MIERDA DE PELÍCULA. Y oye, que por mí perfecto, hay gente que come mierda y le gusta, y otros disfrutan creándola, mira qué bien.
“Me tiro a Kate Beckinsale cada noche ¿Os creéis que me importa una puta mierda lo que digáis de mí?”
La estética y la puesta en escena son un plagio casi perfecto de “Blade Runner” y, por lo tanto, excelentes. Los chorrocientos millones invertidos en técnicos engrilletados al ordenador y albañiles para crear los fondos digitales y los decorados han dado su fruto. Esto hace que sientas como una llamada, como una especie de Pepito Grillo dándote collejas en la frente que es la “calidad cinematográfica” diciendo “¡eo, que estoy aquí!”.
Pero a Pepito Grillo pronto lo gasean con Cucal. En concreto, cada vez que el argumento y, sobre todo, los diálogos, se anteponen a lo puramente visual. Y he ahí la brutal ironía, porque los diálogos son fotocopiados a muerte de la película original (pero que apesta a toner ¿eh?): “te daré algo para que sueñes”, “no juegues con el cerebro, amigo”, etc etc. Wiseman parece ACOJONADO de que su película se diferencie totalmente de la de Verhoeven, pero al mismo tiempo reivindica que su peli es “distinta”, cambiando la trama y el universo en el que se mueven los personajes, lo cual desgraciadamente resta coherencia e importancia a muchos de los elementos que sí conserva de la versión de los 90 (y plagiando estéticamente a “Blade Runner”, encima).
Al final nos queda un subproducto que ni caga ni sale del cagadero, un pastiche visualmente resultón y que, para ser sinceros, no da ganas de vomitar, pero que se queda en la más vacua de las mediocridades. Tropecientos millones más tirados por el desagüe, en la más genuina tendencia del Hollywood actual.
CUTRERÍO TOTAL
En el futuro, el mundo es prácticamente inhabitable por la GUERRA QUÍMICA. Sólo hay dos regiones de la Tierra con habitantes, la Federación Británica (el noroeste de Europa, incluyendo las islas británicas) y La Colonia, que básicamente es Australia. Ambas están situadas en las antípodas la una de la otra, y el ÚNICO MEDIO DE TRANSPORTE es “La Catarata”, una especie de ascensor gigantesco que atraviesa la tierra de lado a lado, o sea, un WTF DE NIVEL “RESIDENT EVIL ULTRATUMBA” O SUPERIOR .
En la Federación Británica vive la gente bien y en La Colonia habitan los currantes, que se dedican a FABRICAR POLICÍAS SINTÉTICOS.
Luego hay coches voladores que circulan a ras de suelo y helicópteros que vuelan sin hélices, teléfonos implantados y otras maravillas que están ahí, pero no importa porque Cohaagen (un tío muy malo, muy malo, de lo peor) los tiene a todos amargados y oprimidos, FABRICANDO POLICÍAS en la colonia.
Nuestro protagonista, Douglas Quaid, es un tipo gris, un mindundi, un mierda cualquiera que trabaja en la fábrica de maderos sintéticos, está casado con una paramédica súper maciza (Kate Beckinsale) y… ¿Está aburrido? ¿Está deprimido? ¿Está tonto? No se sabe muy bien, la verdad.
”Bueno, tampoco soy tan mierdoso, que aquí donde me veis rompo cristales con la cara”
Porque el Douglas Quaid de esta nueva versión está menos definido que los rasgos faciales del Ecce Homo. En cierto momento de la película comenta con su compañero de curro que cuando viajan en La Catarata siempre se sientan en los mismos asientos. ESE es el punto álgido de la apatía de nuestro protagonista, el mismo que tenemos todos cada mañana al levantarnos para ir a currar, y que a la mayoría se nos pasa a la hora del desayuno.
Y a él también se le pasa, pues pronto averiguamos que se está chupando horas extras como un matao en su FÁBRICA DE POLICÍAS SINTÉTICOS para ascender de puesto. ¿Alguien ha dicho “quiero hacer algo importante en la vida, quiero ser alguien”? No, esa línea del guion se les olvidó fotocopiarla. Nuestro Douglas Quiaid no es un hombre que siente que no encaja en el mundo donde vive, no es un hombre frustrado porque tiene la constante sensación de que no es quien debe ser ni hace lo que debería hacer. Nuestro Douglas Quaid es un mediocre aburrido que acepta rutinariamente su vida diaria y quiere conservar su puesto de trabajo y mejorarlo si puede, que palia las decepciones que sufre (no le dan el ascenso en su FÁBRICA DE POLICÍAS SINTÉTICOS) con alcohol y, en última instancia, con otras dronjas (el injerto de memoria).
Total, que la vida de nuestro amigo es una mierda (según él) y decide ir a Rekall, una especia de prostíbulo chino regentado por César Millán donde, a parte de la recepcionista, no hay lumis, sólo un sillón con lucecitas donde te injertan recuerdos ficticios. Es curioso que un sitio que se anuncia lujosamente por la tele, luego tenga su sede escondida en los suburbios como un vulgar fumadero de opio.
Y además Rekall es también un refugio de animales.
Pero antes de que Quaid cruce la puerta de Rekall, sucede algo que nos cambia la vida a nosotros los espectadores, y permitidme que haga aquí un punto y aparte:
LA TÍA DE LAS TRES TETAS
“Buah la tía de las tres tetas no sale ni de coña”
Admitámoslo, fue la segunda idea que se nos pasó por la cabeza a la mayoría cuando supimos que se haría el remake de “Desafío Total” (la primera fue: “va a ser una puta mierda”).
Pues si las dudas existenciales de Douglas Quaid se pueden ignorar o reducir hasta la ridiculez, resulta que la tía de las tres tetas no, eso es intocable, “que los fans lo reclaman”. ¿Intocable? Efectivamente la meretriz superdotada vuelve en este nuevo remake, con rasgos asiáticos y vestida a la moda. Pero algo se ha perdido en el camino, desde luego. Veamos la escena:
Y ahora analicemos un poquito. Antes de entrar en el antro, en la misma puerta se le acerca la celebérrima tía con tres tetas. Así sin más, ANTES DEL IMPLANTE DE RECUERDOS. Sin explicación, resulta que en la ciudad hay una tía con tres tetas (¿mutantes? ¿radiación? ¿como? ¿qué? Pfpfpfppf quejicas… ¿no queríais la tía con tres melones? pues ahí la tenéis) .
Nos enseña las tetas durante los 1,5 segundos pactados por la productora y el representante de la actriz y el resto de la escena (diálogo sobre tener tres manos incluido), CON EL PLANO DE CANALILLO PARA ARRIBA. Colin Farell pone cara de “Po vale” (¿tocarla? Uy no, que eso ya es X) y entra en Rekall. Y se nos queda una cara de “¿esto es censura, es imbecilidad, es una imitación de la tienda de los chinos o qué coño es?”. Que alguien me explique POR FAVOR qué sentido tiene coger una escena que originalmente es puro humor, puro descaro y pura sorpresa para el espectador y replicarla absolutamente aséptica, esterilizada, sin puta gracia. Y aún habrá quien tenga los cojones de decir que esto es un homenaje genial, como si lo viera…
Llegados a este punto muchos diréis, “joder, no es para tanto, no tiene importancia, es UNA escena” y sí, vale, es una escena, y además anecdótica, pero es que esto se aplica a toda la película. Alguno ya estará hasta los cojones de que repita una y otra vez lo de FÁBRICA DE POLICÍAS SINTÉTICOS en mayúsculas. Quizás sea este el momento de cambiarlo por lo que en realidad es: FÁBRICA DE CARNE DE CAÑÓN APTA PARA TODOS LOS PÚBLICOS PORQUE QUE NO SANGRA.
¿Os ha escocido el ojete con lo de la tía de las tres tetas? Pues esto os va a hacer salir almorranas: ¿Recordáis el ascensor amputa brazos de la versión antigua? Aquí también está, sí, sí. Cómo no. Mirad:
MIRAD QUÉ PUTA MIERDA
Y esto, chavales, es la nueva dimensión de la censura. Ya no hay Pg-13, hay PG-18 para subnormales. Y el problema no es que se vea una teta o tres o que le arranquen los brazos a alguien, es la brutal y demoledora sensación que se te queda en el cuerpo cuando ves lo que realmente es “Desafío Total” 2012, la completa extirpación del espíritu desenfadado, gamberro e irreverente y, lo más importante, la eliminación de todo SENTIDO DEL HUMOR (porque a fin de cuentas, después de pensarlo mucho, la verdad, es que todo se reduce a eso), algo que ya les gustaría poder siquiera plagiar a muchos cineastas actuales, pero que las productoras parecen querer erradicar sistemáticamente.
Porque en realidad no es que las películas pierdan el sentido del humor, parece que el mismo mundo donde vivimos lo está perdiendo. Todo está etiquetado, clasificado y medido con lupa, si la teta sale medio segundo es PG-18, si sale 2 es R, si la chupan ya es X. Ya hasta se cuentan las veces que se dice “Fuck” y las que se dice “Shit”. Y claro, esto se traduce en que nos pasamos de un extremo al otro. ¿Que ya hemos dicho dos veces “fuck”? Pues fuck esto y fuck lo otro y motherfucker suck my dick hasta para preguntar la hora. ¿Que ha explotado una cabeza? Pues agárrate que ahora van a explotar hasta las cabezas de ajo.
Hemos llegado a un punto en que una peli o es un desmadre ultra gore palabrotero Rated R y directo a DVD, o bien un sucedáneo totalmente plastificado y más desinfectado de impurezas que el inodoro de Victoria Beckham, como es el caso que nos ocupa. No porque se quiera hacer así, no porque no se sepa hacerlo de otro modo, si no porque los baremos establecidos y estrictamente cuadriculados priman sobre la intención, el estilo o la sensibilidad.
El colmo de la ironía es que “Desafío Total”, una película que pretendidamente (y con eso se llenan la boca el director y los actores en las entrevistas) nos habla de la desnaturalización del ser humano, de la pérdida y búsqueda de lo que nos hace realmente humanos, es precisamente víctima de eso mismo. Cada escena está mostrada de forma absolutamente fría, sistemática, es una burda copia descafeinada de la versión noventera. Y tienes la vana esperanza de que cambie de tercio cuando a Quaid le injertan sus nuevos recuerdos (y sería magistral si sucediera) pero no, no cambia, la peli simplemente es así. Y el tiro de gracia para el remake de Len Wiseman radica finalmente en “querer parecerse a la antigua pero siendo a la vez diferente”. Dicen que las comparaciones son odiosas, pero esta película busca desesperadamente la comparación, lo que la hace fracasar todavía más.
Por ejemplo, se supone que pretenden mostrar un Douglas Quaid más humano y vulnerable (y por lo tanto creíble) que el que encarnó Arnie, pero resulta que la interpretación aburrida y desganada de Colin Farell es en comparación bastante más fría, deshumanizada y, desde luego, muchísimo menos empática que la de Schwarzenegger.
El Quaid de Farrell acude a Rekall casi por aburrimiento, sin tener ese impulso revolviéndole las tripas que el Quaid de Schwarzenegger plasma desde el minuto uno de película. Vale, sí, es un Quaid distinto, es un aburrido mamón tragamierdas. Entonces, ¿no sería mejor darle unas motivaciones distintas, un entorno distinto, una vida personal distinta? ¿Qué sentido tiene que un don nadie que quiere escalar puestos en su puto trabajo de peón de fábrica y casado con un pibón como Kate Beckinsale acuda a Rekall soñando con ser agente secreto? No digo que no pueda tenerlo, pero la película no se esfuerza nada por dárselo, no hay las más mínimas ganas de imprimirle algo de emoción ni por parte del actor ni del director.
Igualmente, el vínculo emocional entre Quaid y Melina, la mujer con la que sueña antes de ir a Rekall, es de pura conveniencia, la química entre ellos brilla por su ausencia y mucho menos el sentido y la importancia que pueda tener este personaje para definir una identidad y un yo interior perdido, que se supone es el motor de la historia.
Y hablando de Melina, el personaje interpretado por Jessica Biel es de un plano meridiano que asusta, presentado con un “te he buscado por todas partes” cualquiera y sin la más mínima personalidad, a juego con el propio Quaid (los cambios de personalidad de Quaid, la ambigüedad de su identidad y la posibilidad de que sea un traidor ni se mencionan).
Quedémonos con lo mejor de Jessica Biel, porque pagar entrada para verla en esta bazofia no vale la pena.
Por supuesto con una narrativa tan espantosamente gris y prefabricada, la película se hunde por completo en la mugre en los puntos clave. La escena donde cierto personaje se revela como “mecanismo de seguridad de Rekall injertado para liberar al protagonista del embolismo esquizoide que sufre” o cuando pretenden volver a injertarle la verdadera personalidad (la de Hauser) que tenía originalmente, resultan ridículas cuando el lenguaje emocional de la película y la empatía de los personajes con el público es tan pobre, que te la suda que te digan que en realidad son robots (no, no pasa, pero podría pasar y daría igual).
“Mmmh el negro este actúa fatal, parece un verdadero maniquí… ¿cómo me decido? Bah, ante la duda la mas tetuda, a la mierda el negro”
(Lo siento, el vídeo está en inglés sin subtítulos. De todas formas, lo cutre y absurdamente que se resuelve la escena es bastante evidente aun sin entender lo que dicen).
En cambio, y como para compensar tanta sosez (muy mal compensada, la verdad), el personaje de Kate Beckinsale, que para ahorrarse trabajo neuronal y presupuesto fusiona los personajes originales de Sharon Stone y Michael Ironside en uno solo, lo pasan de vueltas totalmente hasta el ridículo. Cuando Quaid empieza a hacer el cabra en su papel de agente secreto, su esposa Lori (Beckinsale) pasa a ser una especie de psicópata desquiciada empeñada en matarle. Y en matarle. Y en matarle. Y en nada más que en matarle.
Y le suda el coño que su jefe directo Cohaagen le informe de que es Hauser y que ha de capturarle vivo (cosa que sucede rapidito, en los primeros 20 minutos, porque aquí se han dedicado a fusilar los elementos clave escogidos de la peli de Chuache como si tacharan artículos de una lista de la compra), ella va a cuchillo. Y por ello se rodea de policías sintéticos, disparando a tutiplén con careto de chunga. A ver Kate, nena, pon careto de chunga:
¡Ese es su careto de chunga!
Pero ¿recordáis “La Isla” de Michael Bay, en la cual quieren capturar a los protagonistas vivos pero la poli en cuanto les ve los tirotea que da gusto? Pues esto es lo mismo pero al revés. Muy sanguinaria y muy chunga Kate Beckinsale, y muchas hostias reparte, pero cuando tiene al mierda de Quaid a tiro (porque es un MIERDA, y no me canso de decirlo, que en una escena salta desde un primer piso a un tendedero que está a metro y medio escaso y lo ponen a cámara lenta en plan Matrix, como si molara mil) y con el culo al aire, entonces le pone una bombita con 20 SEGUNDOS de cuenta atrás (se dice pronto, pero contadlos con el reloj en la mano, ya veréis lo lejos que se llega corriendo en ese tiempo), o en la primera pelea que tiene con él se pone a hacerle ¿el abrazo del oso? y a liarse a hostias, hasta destrozar medio mobiliario, a contarle prácticamente que es un agente secreto con la mente borrada mientras pelean, y se deja robar el arma como una gilipollas integral.
De la misma forma, los robots policía a los que las balas les rebotan, se paran a cubrirse todo el rato en los tiroteos y a combatir cuerpo a cuerpo de la forma más ridícula.
“Joder qué mierda de robots, hasta tengo que conducir yo porque ellos no saben”
Como en la anterior versión, el plan de Cohaagen (interpretado por un Bryan Cranston con la tristeza y la humillación grabadas en el rostro) es conseguir que Quaid contacte con La Resistencia (recordemos, unos tíos que luchan por mejorar las condiciones de trabajo de unos FABRICANTES DE ROBOTS POLICÍA), que se esconde en “la zona prohibida”, es decir, el territorio inhabitable por la contaminación, concretamente una estación de metro abandonada. Ojo ¿eh? En ningún momento se habla de cúpulas, ni de barreras de ningún tipo para aislar las zonas habitadas de las contaminadas, simplemente en las primeras el cielo es azul y los pajaritos cantan y en las segundas, si vas sin mascarilla se te funde el escroto y cagas sangre.
Cuando Quaid, al que mantienen localizado toda la película mediante GPS o microchip del pie de 50.000 vatios de potencia o algo así (que se arranque el teléfono subcutáneo de la palma de la mano imitando ya sabéis qué escena, no sirve DE NADA), llega al sitio y ves que la guarida de los “rebeldes” está en el puto metro, un medio de trasporte subterráneo PERFECTAMENTE SEGURO que NO SE UTILIZA y que NADIE SE HA MOLESTADO EN COMPROBAR NUNCA. La película ya está para que la sacrifiquen por piedad. La desgana y las pocas ganas de trabajar de los responsables del film ya campan a sus anchas irremediablemente.
Esto queda patente cuando Cohaagen, en lugar de ejecutar a Quaid sin más, cuando ya ha cumplido su objetivo de delator involuntario, se empeña en restaurarle la memoria para que vuelva a ser Hauser. Ok, en la antigua también pasa. Pero al menos se molestan en darle DOS MINUTOS de diálogo a Cohaagen para entender y hacer CREÍBLE que Hauser y él eran amigos. Además, misteriosamente, entre la patrulla designada para vigilarlo mientras le injertan su antigua personalidad, se encuentra el agente que le ayuda transmitiéndole el mensaje al principio de la película, que le afloja las correas de la silla para que se libere. Sobre todo que no se nos derrita el cerebro pensando.
Por si alguien se lo estaba preguntando, el equivalente a Kuato es aquí un sexagenario llamado Mathias que sale minuto y medio y ni te acuerdas cuando deja de salir (Bill Nighy más mindundi que nunca, imaginaos). De nuevo los protagonistas van en su busca porque así ocurre en la película original, pero la razón es absurda (atentos, un puto código para desactivar a los policías robóticos que Quaid tiene en el cerebro) y encima al final NO LO UTILIZAN, porque todo se reduce a matar a Cohaagen, volar la catarata y santas pascuas (absurdo también).
“Sí, sí, seré un mindundi pero sé bien dónde me meto…”
Pero es que si te paras medio segundo a pensarlo, el plan de Cohaagen también es imbécil de cojones: localizar a los rebeldes para descubrir sus escondrijos e iniciar una INVASIÓN (textual). ¿Invasión de qué? ¿De territorios rebeldes? ¿Va a invadir el metro quizás? Y de nuevo la peli se pasa tanto de moña y de políticamente correcta, que vuelve a hundirse ella solita en el ridículo más espantoso.
Resulta que nos explican que los atentados con bombas de los rebeldes (los mencionan dos segundos en el telediario al principio de la película), son en realidad perpetrados por la propia agencia de Cohaagen para inculparlos. ¡Ah, qué bien!, así que los rebeldes sólo protestan por los currantes, no han matado a nadie. Entonces Cohaagen se dedica a poner bombas y a montarse una operación que debe ser cara de la hostia para aniquilar a un grupo de perroflautas que a su vez protestan PACÍFICAMENTE por los derechos de unos currantes a los que, a parte de que se aburren con su trabajo, la revolución les importa un buñuelo con patatas fritas. Dado que Cohaagen acaba muerto al final de la película, propongo su estúpido plan de dominación para los premios Darwin de este año.
“Igual sí que debería ir haciendo un pensamiento y retirarme…”
Al final hay una pelea que te cagas, revientan La Catarata, Cohaagen y cuatro policías robot mueren, Kate Beckinsale también muere, luego no y al final sí, y de golpe y porrazo la policía DE CARNE Y HUESO, que de repente brota de la tierra como setas en otoño (hasta ese momento se han visto unos pocos, nada más), ya ha restaurado el orden y llaman a Quaid “señor”, en las noticias dicen que Cohaagen EL DICTADOR ha muerto y todos amigos, FIN. ¿Y la gente que se ha quedado separada de sus familias porque La Catarata ha volado por los aires? Bueno, no hagamos mucho caso de esto, será que quienes diseñan los recuerdos que te injertan en Rekall son retrasados mentales, sólo hay que ver los anuncios…
Mi fantasía es que se acabe la moda de las modelos esqueléticas, CAPULLOS. Vaya mierda de anuncio
¿Qué cojones se supone que le pasa la tía de la izquierda en las costillas? ¿le ha pasado un tractor por encima o qué?
EN RESUMEN
“Desafío Total” es un desastroso intento de calco disimulado de la original, que estropea las partes que copia y la caga escandalosamente con las que cambia, demostrando que sus guionistas, a parte de transcribir líneas de diálogo de un libreto a otro, no tienen la más mínima imaginación para hacer nada de provecho. Todo su presupuesto y sus efectos especiales no consiguen enmascarar ni un ápice la falta de creatividad y de chispa de un filme que, con todo el dinero que ha costado, ni siquiera es capaz de repetir mínimamente bien lo que se hizo hace 20 años.
Por mi parte, si quieren hacer un remake que lo hagan (algunos hasta salen bien y todo), si quieren hacer algo distinto que lo hagan también, pero pastiches no, por favor. Lo único que han logrado es desvirtuar una buena historia intentando copiar elementos aleatorios y privados de su contexto original, sin la más mínima gracia ni espíritu. “Desafío Total” 2012 no funciona ni como remake, ni como nueva adaptación del relato, ni como crítica social, ni como sátira de la civilización moderna (algo que revindica su director), ni como reinvención más humana y reflexiva que su predecesora (revindicado por Colin Farrell), ni como nada que no sea una cinta más de acción futurista perfectamente olvidable, palomitera y de consumo fácil. Irónicamente, la “Desafío Total” original tal vez pretendiera, ante todo, esto último, y consiguió sobradamente ser (y sigue siendo) todo lo demás.
Hala, que pase la siguiente, ¿Cuál era? ¿Robocop?
“¡¡¡BASTA YA DE REMAKES, JODEEEEEEEEEEEEEEEEEEEER!!!!!!”